Paty Maldonado: “Cuando quise tener hijos perfectos”
La maternidad, sobre todo con el primer hijo, suele estar llena de excesos, miedos y aprendizajes. Paty Maldonado lo vivió de manera intensa. Recuerda que le compraba chupetes especiales que llegaban desde Suiza, de goma y sin hoyito, porque a su hijo no le gustaban los comunes.
Cuando ya no los encontraba en Chile, llegó al extremo de traer una maleta llena desde Europa. Hervía cada chupete para mantenerlo limpio, aunque al hacerlo se deformara, y aun así seguía buscando cómo complacerlo.
A Paty, con la ropa pasó algo parecido. “En Suiza entré a una zapatería infantil y me embalé tanto que compré pares y pares de zapatos… todos de la misma talla”. También le regaló chaquetas de cuero, lentes Ray-Ban infantiles y hasta lo vestía como muñeco, con ropa incómoda para un niño de apenas dos años. “Yo quería que se viera perfecto y hablara perfecto. Le enseñaba autores, poemas y marcas de autos; lo trataba como si fuera un adulto en miniatura. Él repetía todo, aprendía rápido, pero no vivía como un niño normal”.
El contraste llegó con su segunda hija. “A ella la dejé ser. No corregía su vocabulario, la dejaba jugar, embarrarse y hasta inventar palabras como “te pelisor” en lugar de televisor”. Paty Maldonado, con ella soltó el control y entendió que la infancia se trata de explorar, no de encajar en moldes.
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“Hoy miro hacia atrás y reconozco mi error con el primero: quise un hijo perfecto y no lo dejé simplemente ser niño” Aprendió que la maternidad cambia con la experiencia y la edad. Al principio una es aprensiva, temerosa, obsesionada con los detalles. Después, con el tiempo y los siguientes hijos —y más aún con los nietos—, se aprende a soltar, a confiar y a disfrutar de la vida en su simpleza.
Esto fue lo que nos contó Paty acerca de su maternidad, además ahondó en cómo es ser abuela hoy, después de los 70.